viernes, 25 de enero de 2008

La Seguridad Ciudadana en el Distrito de Comas




Al parecer la implementación de la Seguridad Ciudadana ya no es exclusiva de distritos como San Isidro, Miraflores, San Borja, Surco, etc. sino que también se viene dando en distritos populosos como SJM, SJL, Los Olivos y Comas, siendo bastante necesaria su acción, pues la delincuencia y vandalismo acaban con la tranquilidad y seguridad de los vecinos.
Pero la pregunta es: ¿Realmente están acabando con todos estos problemas de inseguridad? o por el contrario ¿la existencia de estas entidades solo contribuye en el gasto mensual que hacen las Municipalidades?.
Esta fue la interrogante que surgió después de haber vivido una mala experiencia con el Serenazgo de la Municipalidad de Comas, pues hace unos días, me encontraba caminando por la Plaza de Armas de este distrito, y me impresionó observar que las personas que se encontraban haciendo uso de esta plaza fuesen en su mayoría agentes de seguridad, y me refiero a que en horas trabajo la mayoría, por no decir todos, se encontraban descansando en los parques. Eran alrededor de 25 agentes de seguridad, todos reunidos en ese punto, cuando los problemas de inseguridad que vivimos los habitantes de Comas no se encuentran exclusivamente en esa plaza.

miércoles, 16 de enero de 2008

Huanchaco y su muelle privatizado



Algo que me llamó muchísimo la atención desde las primeras veces que visité Trujillo hace ya varios años, fue el hecho de que un buen día, en el tradicional muelle de madera de la playa de Huanchaco, donde anteriormente gran cantidad de visitantes paseaban libremente tomándose fotos para el recuerdo o llevando sus hilos o cañas para pescar, apareció una huachafosa casetita también de madera con un "gracioso" letrerito en el cual se podía leer: "Ingreso al muelle S./ 0.50". Después de la sentida indignación, compartida también por mis acompañantes de turno, prometí hacer algo al respecto.

Me resultó realmente insultante la situación. En el peor de los casos, se puede entender que se cobre un pequeño monto a aquellas personas que quieran hacer uso del muelle para pescar, porque en fin, podría aducirse el que estén consumiendo un recurso de la zona, no lo sé... pero a todo aquel niño u adulto que busca dar un paseo o a alguna pareja que busque dar una caminata mientras contemplan el atardecer, ¿por qué habría de cobrársele? ¿Por respirar?
Según la ordenanza municipal N° 005 - 2007 - MDH (http://www.munihuanchaco.gob.pe/ORDENANZA2007-005.pdf), se hace referencia al muelle como área de dominio público, haciendo aún mas contradictorio el restringir su acceso y condicionarlo al pago de una entrada. Otra lamentable muestra de apropiación de espacios urbanos que pertenecen a todos, por parte de unos pocos que buscan beneficiarse con cobros indebidos.

Años más tarde y después de unas cuantas visitas más, durante el último viaje al norte del Perú, pude darme cuenta de que la situación no había cambiado, a pesar de haber cambiado la administración municipal, y me decidí a hacer uso de algo que en anteriores ocasiones no pude por distraído: mi cámara digital. Así al menos, si no puedo destruir la ridícula casetita, quedará registrada para la posteridad como muestra de la ineptitud humana.

Claustros públicos: Agonía y utopía del espacio público en la Lima del siglo XXI


Artículo publicado por primera vez en la revista La Colmena de la especialidad de Sociología de la PUCP, 2007.


Cinco niños jugando a la pelota en la entrada de un parque clausurado por la municipalidad, ambulantes y mendigos apoderándose del piso de un puente peatonal que cruza la Panamericana Norte, parejas de enamorados buscando espacio para sentarse sin tener que consumir en los espacios residuales de un centro comercial; estas y otras escenas se han vuelto cotidianas en la Lima de hoy. Una Lima donde el espacio público ha sido en los últimos años desde violentado hasta desaparecido, pasando en el camino por ser vendido, alquilado, concesionado, mutilado, cerrado, tapiado, enrejado o por último olvidado.

“Lima, la horrible” escribía Salazar Bondy hace más de 40 años, pero cabría preguntarse si es que además de horrible puede llegar a ser, algún día, completamente ajena a sus propios habitantes. Dadas las condiciones presentes, no deberíamos sorprendernos de que un escenario casi-apocalíptico, con una ciudad donde los únicos espacios comunes de encuentro que se puedan hallar en ella sean aquellos destinados estrictamente para la circulación, pueda estar a la vuelta de la esquina

1. Antonimia

¿Qué es lo que define que un espacio sea público o privado?
Entendiendo a lo público, como lo notorio, visto o sabido por todos, perteneciente o relativo a todo el pueblo; y a lo privado como aquello que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares (Real Academia de la Lengua, 2001), podemos establecer que mientras la diferencia es clara en el papel, en la práctica esta ha perdido claridad en cuanto a su aplicación al binomio espacio-tiempo se refiere.

Los límites entre lo público y lo privado, en estos agitados tiempos de globalización por los que atravesamos, han devenido en borrascosos y confusos. El surgimiento de espacios cuya principal característica es la de asemejar plazas y parques en su mas clara acepción (es decir, lugares donde se celebran las ferias, los mercados y fiestas públicas, en el caso de las plazas y terrenos destinados en el interior de una población a prados, jardines y arbolado para recreo y ornato, en el caso de los parques), pero cuya principal característica es la de encontrarse dentro de edificaciones o terrenos a su vez mayores, destinados a actividades de consumo masivo como centros comerciales, supermercados, cines e inclusive bancos o conjuntos de oficinas, ha logrado opacar la clara línea divisoria entre ambos conceptos.
Sin embargo, existen momentos en los que esta línea logra mostrarse más clara que nunca y es cuando dentro de esta parafernalia comercial se deja de ser un simple cliente para volver a ser un simple mortal en busca de un lugar de recreo sin un centavo que gastar. Tanto es así, que un nuevo parámetro afirmado para definir el grado de privacidad de un lugar es el de tratar de tomar una foto para el recuerdo dentro de estos lugares, sin que el guachimán mas cercano amenace con quitarnos la cámara o llevarnos a la administración. Si alguien ha intentado acercarse a la pileta de la plaza de armas de Lima o mojarse las manos en ella entenderá perfectamente estas líneas.
Pero estas transformaciones conceptuales no solo se dan a nivel de parques o plazas como modelos estacionarios de espacio de reunión, sino que también han alcanzado a aquellos imbuidos de mayor dinamismo en sus cualidades intrínsecas como el boulevard o la tradicional alameda, modelos todos que se hace necesario abordar con mayor profundidad mediante ejemplos concretos.

2. Agonía
Pocos imaginaban a inicios de los noventas, con el comienzo de la era ultra neoliberal en el país, que el proceso de privatización de lo público llegaría tan lejos. Tan lejos, que haría falta estrellarnos, literalmente, contra rejas metálicas al final de la calle de un suburbio limeño para darnos cuenta de que algo no encajaba con el mito del desarrollo (o de la honradez, tecnología y trabajo, lo mismo da) con el que nos atragantábamos sin pensarlo demasiado.

Y es que no solo el transporte público dejo de serlo para inundar nuestra ciudad de “combis de la muerte” y los subsiguientes caos vehicular, saturación del parque automotor y contaminación ambiental, sino que hoy, a casi dos décadas del inicio de aquel proceso, pareciera que este no pudiera más que empeorarla día a día.
No solo nos encontramos en una urbe que necesitando de 9 a 11 m2 de área verde por habitante solo cuenta con 1.7 m2, sino que los espacios comunes destinados al esparcimiento y reunión de los limeños fuera de la estresante rutina diaria se han visto reducidos considerablemente hasta el punto de encontrarse en vías de extinción.
La calle y la plaza, espacios donde el libre albedrío era un siempre bienvenido huésped, escenarios de innumerables cambios sociales a través del tiempo, han sido reemplazadas por el pasaje comercial y el patio de comidas, ámbitos de estricta regulación donde todo está controlado para que el individuo se sienta seguro (Cortés, 2000).
Pero el problema de esta condición no radica en la naturaleza misma de los espacios para el consumo, sino en un fenómeno que aparece como consecuencia indirecta de su aparición: el tratamiento de espacios públicos cual si estos fueran privados.
La imagen del alcalde megalómano que se apropia de aquello que es de todos para hacer de él una oda a sus atroces delirios de grandeza y eternidad no es nada infrecuente en nuestra ciudad. El ejemplo más claro de esto es el emblemático Parque de la Reserva. Sometido hace algún tiempo a una inexplicable y extravagante, por decir lo menos, remodelación que contempla la forzada inclusión de 8 fuentes, además de las 5 originales, que completarán el “Circuito Mágico del agua” (en una ciudad con mas de un millón de personas sin acceso a agua ni desagüe), permanece hasta hoy cerrado bajo la amenaza de que se cobrará la entrada para el mantenimiento de tan “visionario” proyecto (D. Pereda, La República, 2005).
Imagen 1.
Se reserva el derecho de admisión. Parque de la Reserva observado desde las rejas perimetrales que lo enclaustran, ha permanecido cerrado por años tras su anunciada remodelación. Se tiene previsto cobrar 3 soles de entrada a partir de las 6 de la tarde a todo visitante, por el derecho a “disfrutar” del “espectáculo” ofrecido por el nuevo circuito de fuentes impuesto a este emblemático parque.
Fuente: Elaboración propia, 2007.
Ni qué decir de la prohibición a las manifestaciones públicas en la Plaza Mayor, negándosele la naturaleza misma de su creación. Quiebre total en las libertades de expresión que curiosamente pasa desapercibido, siendo aún más dañino que el cierre de cualquier periódico o canal de TV privado, por cuanto nos afecta diariamente como sociedad conjunta y como ciudadanos libres.
Sin embargo, y como ya hemos señalado, otros conceptos urbanos se ven afectados por esta condición cambiante de nuestra sociedad.
El caso de los bulevares es notorio. De aquellos tradicionales paseos centrales arbolados, de avenidas o calles muy anchas, hemos pasado a las calles peatonales o semi-peatonales con discotecas y/o bares a los costados. Los bulevares de Asia, Retablo o Los Olivos siguen esta marcada tendencia, donde el atractivo hedonista de los lugares de diversión nocturna es el principal motivador de los jóvenes asistentes.

Asistimos entonces a un cambio coyuntural en la percepción del espacio público, donde los espacios de consumo copan el lugar en el imaginario urbano de la ciudadanía de lo que alguna vez estuvo destinado al recreo y esparcimiento gratuito. Pero, ¿que probabilidades admite el futuro para nuestra ciudad?, ¿es posible que este escenario se atomice o es que acaso existe la esperanza para todo aquel que busca un paraje fuera de la diaria rutina del intercambio comercial?

3. Utopía

Imaginemos un escenario para nuestra ciudad no muy lejano en el tiempo. Donde todo espacio urbano fuera susceptible de ser vendido o alquilado, dejando lugar estrictamente para la circulación, sea horizontal o vertical. Este régimen totalitario revestiría de una dinámica poderosa a la ciudad, la cual quedaría definida por flujos interminables y claramente marcados, un lugar donde se va y viene sin parar. Un lugar donde no se admite espacio para la estabilidad fuera del edificio. La Nonstop City de Archizoom pero sin el ingrediente recreacional, ni espacios para parques o plazas. Todo se compra - todo se vende, esa es la consigna en esta Lima del no espacio, de los paraderos, estaciones y aeropuertos como íconos máximos del dinamismo urbano y del encuentro sin trascendencia. Una Lima-flujo en toda su expresión.

La condición de ciudadano se vuelve efímera y superflua, supeditada a la capacidad de consumo y al interior del edificio destino. Estos a su vez se esforzarían por ofrecer la mayor cantidad de programas en una sola edificación, lo cual llevaría inevitablemente hacia un crecimiento vertical de la ciudad. Galerías comerciales, teatros, parques de diversión, gimnasios, restaurantes, hospitales, bancos, canchas de fútbol, oficinas, todo esto puede ser encontrado en un solo lugar, ya no, teniendo a la relación horizontal como la principal, sino a la vertical. Todo esta perfectamente diseñado para mantener al ciudadano-consumidor enganchado al sistema interno. Dentro se es todo, fuera se es nada. Y es que fuera de estos, solo existe la suerte del anonimato, del no encuentro, de la movilidad eterna.

Pero siendo Lima una ciudad que respira y vive la informalidad día a día, sus habitantes encontrarán la forma de hallar una trampa en el sistema y esta se da justamente en los dispositivos creados para ensalzarlo.
Los puentes peatonales, espacios creados para el mero tránsito humano en vías de alta densidad vehicular, y en algunos casos solo de un edificio a otro, se convierten en una celebración de lo público atomizando situaciones que se han venido sucediendo a través de los años desde antes que esta Lima-flujo se convirtiera en lo que es.
Los ambulantes, dueños ahora de espacios afirmados y debidamente ordenados en los puentes, confieren programa a estos, mientras que los transeúntes hacen uso de la amplitud de sus calzadas para convertirlos en lugares de encuentro o de reposo, donde cada uno puede traer su mueble, silla o mesa y disfrutar de una bebida caliente, un trago o una simple tertulia entre amigos.

¿Escenario real, posible o tirado de los pelos? Lo cierto es que Lima-flujo no dista demasiado de la ciudad en que vivimos. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez, mientras camina por las azarosas calles de nuestra urbe, donde la palabra demasiado no existe en la lucha por la supervivencia día a día, si lo que vive no es una suerte de historia de ficción que no tiene fin?
El desarrollo urbano de esta a través de los últimos 30 o 40 años, parece incluso sacado del guión de una película de horror de los años cincuenta, con los alcaldes-villanos inflingiendo terroríficas medidas desde sus castillos-municipalidades, para castigar y hacer la vida imposible a sus habitantes.
Sin embargo, es en las dinámicas espontáneas que nacen de estos como respuesta a las decisiones que se toman a nivel macro en la ciudad, que se han creado las respuestas más creativas a carencias urgentes en materia de planeamiento urbano.
Nunca es tarde para replantear la participación del factor humano en el desarrollo de la misma, ni para luchar por esta desde la comodidad o incomodidad de nuestro rol como ciudadanos. La bola esta en nuestra cancha y toda propuesta es siempre bienvenida donde hay escasez de estas. Y es que si el gran tren del desarrollo no pasó por nuestra estación, quizás cientos de mototaxis puedan llegar a suplirlo.
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sábado, 12 de enero de 2008

Dinámicas de ocupación del espacio en la protitución callejera: El caso de la Av. Arequipa




Avenida + Prostitución = La Arequipa. ¿Qué limeño no ha hecho la suma de inmediato? Incluso en el cole, los clásicos chistes de chibolo sobre la madre o hermana de algún compañero haciendo sus chambas nocturnas en la Arequipa son inacabables.
Pero, ¿cuál es el origen de esta vieja asociación? ¿Cómo es que la prostitución callejera llega a apoderarse de esta avenida y cuales son los factores que la alimentan? ¿Puede una actividad marginal como esta, convertirse también en generadora de la ciudad al margen de la ley? ¿Cómo conviven prostitutas y travestis dentro de un mismo espacio urbano?
Estas y otras preguntas son las que motivaron esta extensa investigación, que busca comprender las dinámicas de ocupación del espacio urbano de una actividad a la cual las autoridades prefieren muchas veces dejar pasar mirando de reojo y otras reprimirla con dureza, sin encontrar con esto una solución efectiva al problema.

El artículo puede ser descargado del siguiente link:
http://catarqsisurbana.googlepages.com/arequipaprost.pdf

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jueves, 10 de enero de 2008

Alien – nación: Arquitectura globalizada para un país no globalizado


Alienación: Estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad (Diccionario de la Lengua Española, 2001).

Complejo concepto, puesto que toca un tema siempre de moda en una ciudad y un país como el nuestro: el de identidad.
¿Podemos hablar de una identidad urbano-arquitectónica contemporánea reconocible en la Lima de hoy y en general en las principales ciudades del Perú?
A primera vista la respuesta parece ser negativa, puesto que dentro del conglomerado de obras que han sido realizadas o por realizarse, pertenecientes a diferentes círculos llamados de “vanguardia” dentro de la arquitectura y el urbanismo en la escena actual, salvo contados casos, existen muy pocas que tomen como punto de partida el usar, repensar o reinterpretar elementos reconocidos como propios de nuestro espectro cultural.
Y es que si existe un patrón reconocible dentro de la producción de los arquitectos de “vanguardia” en la actualidad es el de la neutralidad.
Superficies limpias, volúmenes puros e incoloros y un fetiche por todo aquello que asemeje transparencia de vidrio y acero son el pan de cada día. La herencia del modernismo mas recalcitrante de los 50 (del cual la Agrupación Espacio es el más claro exponente), aquella que rompió brutalmente con la búsqueda de un lenguaje propio de sus antecesores como Piqueras Cotolí, Velarde, o Marquina parece haber dejado su huella indeleble en ellos.
Los tiempos de globalización por los que atravesamos exigen un desapego total por las tradiciones para poder abrazar fraternalmente la visión de futuro que el neo-liberalismo económico brinda a nuestras sociedades. No es sorpresa entonces que una sutil y estilizada neutralidad se apodere de la escena urbano-arquitectónica “vanguardista” peruana. El ejemplo del balneario y boulevard de Asia y su respectivo complejo de viviendas exclusivas es contundente. La blanca pureza de sus muros, la simpleza geométrica en los trazos de su trama urbana conformada por espaciosos lotes, la conformación de estos con clara alusión a los condominios suburbanos de distritos como La Molina o Surco (bien podría leerse a Asia como una extensión estacional de estos hacia el sur) de herencia a su vez norteamericana y su respectivo carácter cerrado y exclusivo, hacen de ese conjunto de “cubitos blancos” frente al mar una oda (involuntaria quizás) a la impersonalidad y al desarraigo. Como estar sin estar.

Se crea un conflicto manifiesto entre la pertenencia física al territorio y la mental, entre quienes buscan apropiarse de un espacio pero sin relacionarse con lo que se encuentra alrededor.
Este afán de alcanzar el status de sociedad desarrollada mediante una forzada adherencia a principios culturales cosmopolitas, se ha traducido en una homogeneización del lenguaje usado para definir y construir la imagen de la ciudad desde los dos métodos reconocibles a la mano.
Sobre el primero, que gira alrededor de la neutralidad como valor principal nos hemos explayado ya. La segunda viene a ser la más prolífica y a la vez más explicita en cuanto a sus intenciones, por cuanto apela a elementos arquitectónicos reconocidos como “ultra modernos” para distinguirse buscando hacer de los edificios todo un despliegue de la más alta “tecnología” constructiva. Es así que añadidos a las fachadas en acero, vidrio y concreto matizados en colores eléctricos y sin ninguna función visible más que la decorativa se apropian de la ciudad. Albo y colorido, agua y aceite, dos métodos con una misma dirección.
Esta tendencia, que se ve claramente reflejada en todas las áreas del diseño, ha llevado a nuestras ciudades no solo a parecerse, sino a hacer prácticamente imposible el diferenciarlas unas de otras.

Existe, sin embargo, otro tipo de arquitectura cuya inspiración es la búsqueda o anhelo de un contexto globalizado, no tanto vinculada a los proyectistas de renombre como a las grandes cadenas comerciales. Más burda pero a la vez más efectiva, menos sutil pero más prolífica. Aquella que inunda nuestra ciudad con iconos de las grandes metrópolis: estatuas de la libertad, torres Eiffel, portadas greco – romanas, etc. Tratando de evocar subliminalmente mediante esta simbología, el estilo de vida de estas ciudades.
Dentro de este enmarañado escenario, sin embargo, se destaca la figura solitaria de aquellos quienes encuentran en su obra una forma de expresión de su legado socio-cultural con calidad (los casos de Soyer y los Bestias son encomiables), diciéndonos: SÍ, es posible.
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¿Arquitectura "Chicha" o de la nueva Lima?

Este articulo fue publicado por primera vez en el El Carton N 1, boletin de estudiantes de la FAU - URP en el año 2007.

Hablar de una cultura arquitectónica Chicha a estas alturas en Lima resulta un libreto un tanto desgastado. Y digo esto debido a que este fenómeno, que debe su explosión a la masiva migración de habitantes del interior del país hacia la capital, gracias al conflicto interno que se vivió durante los ochenta, no es ya una cuestión particular que se vive en tal o cual distrito o zona periférica de la ciudad, sino que se ha apoderado de ella.En la Lima de hoy, de cada 10 de sus habitantes, 9 son hijos y/o nietos de migrantes (Fuente: Arellano Investigación de Marketing S.A.). Vemos, hoy más que nunca, que Lima es una ciudad movida y habitada por provincianos e hijos de provincianos en su mayor parte, en la cual el legado cultural del lugar de origen se amolda y amalgama a las condiciones existentes en la capital y muchas veces también con lo foráneo, creando mediante simbiosis un lenguaje arquitectónico propio. Esta fuerza inusitada proveniente de las entrañas mismas de un país altamente centralista como el Perú, si bien encontró en un inicio en el sector informal de la vivienda y el comercio el mejor medio para expresarse, ha acabado por llenar los espacios que antes la repelían, tanto así que la arquitectura que podríamos considerar como “formal” ha comenzado a tomarla como referente. Basta con dar una ojeada a los tantos Bembo´s o Norky´s que proliferan en nuestras calles, declarando una guerra sin cuartel a la tiranía de la línea recta, las superficies albas y los volúmenes puros que los arquitectos “minimalistas” del sector “formal” tratan de imponer. Fuera de si estas construcciones “chicha” tienen o no calidad arquitectónica suficiente, el verdadero peligro reside en que fuera de entenderla, asimilarla o reinterpretarla, los círculos vinculados a la arquitectura de “renombre” en Lima (aquella que encuentra en las casas de playa de Asia la cúspide del quehacer arquitectónico) siguen esquivando el encuentro con los elementos que la arquitectura popular brinda descontroladamente a la ciudad, aún cuando este se haya vuelto inevitable. Es deber de los profesionales de la disciplina, el encauzar aquella energía desvocada y no desperdiciar la oportunidad de alcanzar una arquitectura peruana contemporánea en constante retroalimentación con la cultura popular, que tanta falta le hace para librarse del entrampamiento en el que se encuentra desde hace ya varias décadas, copiando modelos foráneos sin la debida reflexión previa.